...Lo entendía perfectamente, lo asimilo casi al instante pero la tristeza y el dolor lo consumían tan intensamente, como un papel en las brasas, que le impedían expresarse mediante las lágrimas, mediante el llanto, la ira, la risa tal vez. Volvió en si, camino un par de cuadras hasta llegar a una pequeña plaza, se sentó, y encendió el último cigarrillo que le quedaba, el último cigarrillo de su vida. Lo disfrutó como si el universo girara en torno a el, como si la vida dependiera de ello.
Sus Predicciones eran ciertas, estaba condenado, condenado a la mas horrible de las sentencias conocidas por él, estaba condenado a vivir solo, como un perro, toda su vida, toda su maldita vida,el resto de la eternidad, hasta que el tiempo y la muerte acabaran con su vida, su carne, sus huesos.
Inhaló el humo, lo contuvo unos segundos y lo expulsó rápidamente, ya no le hacia gracia seguir con sus vicios, la muerte constante y lenta a causa del tabaco le eran de una importancia impresionantemente absurda. Inhaló nuevamente el humo y quiso demostrar la experticia en como lograba hacer anillo con aquella nube toxica, la cual se desvanecía en el viaje a través del aire hasta perder su forma. Continuo así hasta "matarlo" como era dicho en la jerga urbana de ese tiempo.
Su mirada se perdió en el vaivén de unos columpios abandonados recientemente por unos niños, los cuales, le llenaron de recuerdos abrumadores, recuerdos frescos, recuerdos que no quería recordar...
Se incorporó lentamente, como si la ancianidad se apoderara de sus articulaciones, miró a lo lejos y siguió su camino a casa por las archirrequete-conocidas calles de su comuna, con aquella última imagen de lo ocurrido acia pocos minutos,imagen que lo devastaría por completo; un escalofrío recorrió su cuerpo, la angustia retornó a el, quiso hacerle frente, pero no halló los motivos necesarios para quitársela de encima.
Ya en casa recordó a una vieja amiga, incondicional, fría, graduada, la botella.Casi de manera autómata llegó al refrigerador. La busco perdidamente, habiéndola guardado en un lugar visible para su rápido consumo.
Su refugio fue el licor, y el mundo las cuatro paredes de su pieza. Sentía como el alcohol desinhibía sus sentidos, como se le iba la vida en cada sorbo, como trataba de sentirse menos miserable y pensó -Es mejor no olvidar con alcohol-.